FE Y OBEDIENCIA:

Hoy quiero dar testimonio de cuán Fiel es el Señor.

El día 19 de Octubre de 2002, junto a tres hermanos de fe, nos embarcamos en un micro que tenía por destino la ciudad de Mendoza, en la Provincia del mismo nombre en nuestra Argentina. Viajábamos ofrendando nuestro tiempo y talentos para la obra del Señor. Ocurría que el día 21, la salmista argentina Andrea Francisco, grababa su nueva producción discográfica "en vivo" en el auditorio Angel Bustelo y nosotros íbamos a servir en lo que fuese necesario. Todo un desafío. Un verdadero acto de fe, cuyos pormenores no puedo ahora contarte por falta de tiempo (no me alcanzaría este espacio para ello).

Pero centrándome en el testimonio, te cuento que el viaje de más de 1.000 kilómetros tenía una duración de aproximadamente 14 horas. Los tres hermanos y yo oramos a viva voz en el micro ni bien subimos, dando prueba de nuestra fe públicamente y también poniéndole límites al diablo y sus malas intenciones.

Partimos a las 21,30 horas (exactamente con un atraso de una hora, pues debía salir a las 20,30hs.). Prontamente cenamos y hasta la 1 de la madrugada del día siguiente (20 de octubre) proyectaron una película que nos ayudó a hacer más placentero el viaje. El micro, por cierto, dejaba mucho que desear. Su estado era francamente malo por falta de mantenimiento. Pero una vez más hicimos caso omiso a estas dificultades y con los ojos puestos en Jesús, seguimos adelante en silencio.

Mis compañeros de viaje prontamente se durmieron. Se apagaron todas las luces interioes del vehículo y no había más que dormir. Lo intenté de todos los modos posibles y no lo conseguía. Y verdaderamente estaba muy cansado porque había trabajado duramente todo el día anterior para dejar las cosas en orden en mi casa, antes del viaje. En un momento dado, luchando por conciliar el sueño, ya siendo las 2 de la madrugada, me pasé a dos asientos vacíos que había justo detrás mio. Allí, más cómodo, pude dormirme.... pero apenas por cinco minutos, pues vino la azafata y me pidió que volviera a mi asiento porque iban a subir (en plena ruta) algunas personas que pertenecían a otro micro que se había descompuesto.

Volvía a mi asiento y luché por no perder el sueño. Y lo logré... por otros escasos cinco minutos, pues comenzó a llover y una gotera justo arriba de mi asiento, perfectamente ubicada a la altura de mi cabeza, comenzó a mojarme en forma contínua. Me estaba empapando pues el agua entraba como si no hubiera techo. Me levanté, miré a mi alrededor, todos dormían y yo despierto, mojado y cansado, no lo podía creer.

Entonces me pregunté: ¿Señor, acaso no quieres que duerma hoy?

Y la respuesta del Señor fue clara: NO QUIERO QUE DUERMAS. TIENES QUE VELAR.

No hubo más aclaración, pero cuando Dios habla, HABLA y punto.

Entonces me acerqué al chofer que conducía el micro y con una sonrisa le dije si me permitía acompañarlo. Gustoso me dijo que sí, pues a esa hora de la madrugada es muy difícil mantenerse despierto. Con mi compañía, se le haría más corto el viaje, no solo a él sino a mi también. Pronto me di cuenta que el micro no tenía "limpia parabrisas" y seguía lloviendo mucho. Por momentos, la ruta se "adivinaba". Cada vez que nos cruzábamos con un camión de frente nuestro micro se movía como una coctelera. Gracias a Dios el resto del pasaje dormía y nadie sufría como yo. Entonces comprendí claramente que detrás de todo esto estaba la mano del diablo queriendo lastimarnos o llevarnos directo a la muerte. Mientras hablaba con el chofer, oraba a Dios, le pedía que no nos dejara ni por un instante sin su protección Divina.

Por supuesto, aproveché la excelente oportunidad, para dar testimonio de mi fe a este hombre que conducía y por más de tres horas le hablé de Cristo y lo que hizo, hace y hará por nosotros. Fue una charla amena, llena de amor de Dios y casi sin darnos cuenta ya eran las 5,15 horas de la madrugada. En ese momento se despierta la azafata y me dice que si tenía sueño volviera a mi asiento, que ella continuaba acompañando al chofer. Entonces hice lo que los cristianos no debemos hacer cuando sabemos que estamos obrando en el centro de la voluntad de Dios (tal como yo lo había oído de Él mismo); ¿qué hice? sencillamente "consideré" lo que la azafata me dijo, olvidando lo que Dios me había ordenado. Y por supuesto, caí en el mismo error que los apóstoles cuando el Señor les pidió que velaran junto con Él en el monte de los Olivos, minutos antes de su arresto para crucificción. Ellos se durmieron y ninguno pudo velar junto a Jesús. Y yo, con vergüenza, también reconozco que me dejé llevar por la carne y me sedujo el sueño. Pero no iba a dormir por más de.... CINCO MINUTOS...

Créeme hermano, apenas cinco minutos (como todas las veces que intenté dormirme) sentí un fuerte golpe... después más ruidos fuertes... portamaletas que se abrían... bolsos de mano que caían sobre el pasaje... gente que gritaba. No entendía nada. Para mi era como un sueño. Pero no estaba soñando (más hubiese querido). Lo que acababa de suceder era que un camión se desvió de su carrir y apuntó directo contra nuestro micro (justamente allí donde cinco minutos antes yo estaba sentado, en el piso del pasillo, junto al conductor). El chofer no tuvo más remedio que decidir esquivar al camión y como guiado por la mano del Señor (cosa de la que no tengo duda alguna) literalmente llevó al micro fuera de la ruta. Allí los golpes y el descontrol.

Aún era de noche y llovía muy fuertemente. No se entendía bien qué sucedía, pero el hecho de verme con vida junto a mis hermanos y el resto del pasaje (todos ilesos) me daba la tranquilidad de saber que yo me había dormido pero mi Señor Jesús NO. Gracias Señor !!!

Todo lo demás es anecdótico... como por ejemplo: que cuando el sol salió pudimos ver que habíamos salido de la ruta a escasos cincuenta metros de un puente debajo del cual pasa un ferrocarril. No quiero ni pensar qué hubiese pasado si en vez de banquinas de barro hubiésemos caído desde un puente. Pero allí donde el micro se despistó, justamente (o casualidad Divina !!!) se estaba construyendo un camino alternativo y por lo tanto, terminamos sobre una senda mejorada próxima a asfaltarse. Por supuesto, los golpes rompieron la suspensión del micro al igual que el sistema de aire acondicionado y calefacción. Por lo tanto, después de cuatro horas de espera para que llegara una grua y pudiese poner al vehículo otra vez sobre la ruta, viajamos los restantes 600 kilómetros sin calefacción ni suspensión.

Y ¿adivina dónde estaba mi asiento? Sí, justamente sobre el eje trasero. Ni te cuento cómo me quedaron los riñones... pero es una prueba más de que la sanidad milagrosa de Dios sobre mis cálculos renales fue completa, perfecta y para siempre (testimonio que te compartiré en otra ocasión).

Hermano querido, hermana de mi corazón, sigo aún con vida por otra intervención providencial de Dios que Fiel a Su Palabra y a cada promesa, JAMÁS NOS DEJARÁ NI DESAMPARARÁ. Me siento muy feliz por poder escribirte este testimonio y aunque me pesa el haberme dormido cuando el Señor me pidió que velara, aún así, Él se mantuvo Fiel y Verdadero como És.

Esto es lo que quiero testimoniar: NOSOTROS NOS DORMIMOS, NOS NEGAMOS, LE DECIMOS UNA Y OTRA VEZ QUE "NO PODEMOS" CUANDO EN REALIDAD ES QUE "NO QUEREMOS", etc. etc. PERO ÉL PERMANECE FIEL, PERFECTO, PURO, SANTO, AMOROSO, DEDICADO A NOSOTROS, INTERCEDIENDO ANTE EL PADRE PARA QUE SU MISERICORDIA SE MANTENGA HASTA LOS TIEMPOS DEL FIN. 

GRACIAS SEÑOR FIEL Y VERDADERO. 
GRACIAS DESDE LO MÁS PROFUNDO DE MI CORAZÓN. 
TUYA ES LA GLORIA, LA HONRA Y EL HONOR POR LOS SIGLOS ETERNOS. AMÉN !!!

Daniel Liandro.

Buenos Aires, 30/10/2002.-

 
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