DANIEL LIANDRO - TESTIMONIO PERSONAL:

Mi nombre es Daniel Liandro, nací el 22 de Febrero de 1959 en Argentina, tierra en la que vivo y estoy felizmente casado con Daniela desde el 3 de marzo de 1984. Tenemos tres hermosos hijos, pero lo más importante que deseo decirte es que desde mis 34 años he conocido al Señor Jesucristo, Quien le dio verdadero sentido y valor a mi vida. Como desde ese tiempo nuestro Padre Celestial me sanó de una seria enfermedad, este es mi humilde testimonio y aporte para que más personas conozcan a Quien puede y quiere sanarlos, liberarlos y regalarles una nueva vida: DIOS.

En mi caso en particular, a mis treinta y cuatro años sufrí un muy fuerte ataque de presión arterial, del que los médicos no se explican cómo es que no quedé postrado en una silla de ruedas o con lesiones cerebrales o cosas semejantes. Sin embargo, fueron las primeras señales que tuve de que Dios estaba conmigo, aunque todavía no lo reconocía (y de aceptar al Jesús como mi Salvador personal, no tenía ni idea).

Para ese tiempo comenzaron a medicarme muy fuerte, y tras más o menos seis meses de tratamiento, ya no sabía ni cómo me llamaba. Recuerdo que las cosas que antes me solían gustar ya no me importaban, mi escala de valores cambió, y comencé a despreciar hasta mi propia vida. Todo mi entorno como mi preciosa familia, mi esposa, mi trabajo, mis queridos padres, los más íntimos amigos pasaron a un segundo plano, pues la medicación me hacía sentir alejado de las emociones, afectos y valores, vivía como en un plano separado de la realidad. Sabía que estaba con vida, pero no vivía, solo "existía" !!!

En esas circunstancias, una noche mientras dormía tuve una revelación de parte de Dios que cambió mi vida (la que por razones de espacio te contaré en otra oportunidad). A la mañana del día siguiente no recordaba absolutamente nada de esa visión nocturna. Así fue como me preparé para ir a mi trabajo, y antes de salir me dispuse a tomar las dos primeras pastillas de medicación de las varias que tomaba cada día. Teniendo ambos remedios en la palma de mi mano y un vaso de agua en la otra, repentinamente comencé a "revivir" todo lo que había experimentado esa misma noche, apenas unas horas atrás.
Al concluir esa vivencia, pero ahora no durmiendo, sino absolutamente consciente, es que escuché con mis propios oídos, en voz absolutamente audible: "Tu no necesitas eso". Y juntamente con esa voz, dentro de mi corazón tuve la convicción absoluta de que era mi Señor Jesucristo Quien me invitaba a no tomar más remedios, ofreciéndome a cambio una sanidad completa.

Quiero contarte que si bien no dudé un instante en aceptar su propuesta, lo más difícil fue desobedecer al médico que me controlaba desde hacía varios meses, a quien llamé para comunicarle que interrumpiría el tratamiento inmediatamente. La respuesta del doctor fue: "No puedes hacer eso, pues la medicación que te estoy administrando es tan fuerte que si se interrumpe repentinamente ocasiona el efecto contrario, y en vez de ayudarte a controlar tu presión arterial, ésta se irá por los aires y sin duda alguna tendrás un nuevo ataque que te costará la vida".

Sinceramente, escuchar al médico en quien confiaba hasta ese momento, decirme que si dejaba de tomar remedios significaba mi muerte, no fue una gran ayuda para que aceptar a Jesús me fuera más fácil.

Sin embargo, mi respuesta fue: "Muy bien doctor, a riesgo de mi propia vida, ya he tomado mi decisión. NO TOMO MÁS REMEDIOS" !!!

No quiero dejar de aclarar que "de ninguna manera" estoy diciendo que hay que desobeder a los médicos.
Solamente doy testimonio de la infinita Gracia y Amor que Dios me concedió aún cuando yo no sabía prácticamente nada acerca de lo que Él ama y cuida a sus amados.

Y bien, palabras más, palabras menos, este es mi testimonio de cómo Dios rescató mi vida de las garras de Satanás, pues jamás volví a tomar medicamentos y nunca tuve ningún tipo de molestia con mi presión arterial, a la que periódicamente controlo para comprobar CUÁN FIEL ES DIOS CUMPLIENDO SUS PROMESAS.

SUYA ES LA HONRA, 
LA GLORIA Y EL HONOR 
POR LO SIGLOS ETERNOS !!!
AMÉN !!!

Gracias Mi Señor, tuyo por siempre: Daniel Liandro.

Buenos Aires, 03/04/2003.-

 
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