Pablito:
Por
Daniel LIANDRO:
Pablito
nació hace poco más de diecisiete años.
Su
gestación no fue normal y por esas cosas que los seres humanos no podemos
siquiera comprender, ingirió líquido amniótico de la bolsa en la que se
estaba formando dentro del vientre de su madre. Y no estaba solo, sino
que tenía un hermanito con él compartiendo su reducido espacio. Eran mellizos.
En
el instante mismo de su nacimiento aparecieron los graves problemas. De
los dos hermanitos, Pablito era el más perjudicado. Los esfuerzos de los
médicos se centraron entonces en su hermano, quien parecía tener más posibilidades
de vida, desahuciando a Pablo y tal como lo dijeran expresamente: "dejándolo
en las manos de Dios".
Y
Dios lo tomó en Sus manos.
Pablo
tenía problemas de malformación en "todos los órganos" de su
pequeño cuerpito. Lesiones graves en su cerebro y afecciones cardíacas
severas. Para la ciencia Pablito debió morir antes de los cinco meses
de vida, pero Dios
tenía otros planes. Lamentablemente, quien murió siendo un
bebé fue su hermanito, pero Pablo luchaba por su vida, minuto a minuto
y Dios lo sostenía y comenzaba así a cumplir Su propósito Divino: convertir
la difícil vida de Pablito en una bendición para sí mismo y para cuantos
supiésemos de él.
Dios
envió por aquellos tiempos, a un siervo Suyo para que orara por la criatura
y le ministrase sanidad en el nombre de Jesús, pues nosotros sabemos que la oración del justo puede mucho (Santiago
5:16).
Para
ese entonces, la madre había caído en una depresión tan profunda que probó
por tres veces quitarse la vida. Tenía otros hijos sanos y normales, pero
no podía superar la crisis que le provocaba el sufrimiento constante de
Pablito, sumado a la muerte de su otro bebé.
Bastaron
una serie de oraciones, y el poder de Dios se derramó sobre "toda
la familia". Milagrosamente Pablo comenzó a mejorar, muy lentamente,
pero había mejoría. Sin embargo, el pronóstico médico no daba esperanza
alguna de vida.
Pero
Dios tenía otros planes.
Hoy
podemos ver todo lo que Dios tenía en mente para la vida de Pablo.
Desde
su lenta recuperación que para los ojos del mundo no era más que sobrevivir,
Pablito abrazó a Jesús como su Señor, entregó su corazón a Dios, oraba,
cantaba como podía canciones de alabanza y tenía una comunión íntima con
nuestro Padre Celestial que más de uno de nosotros sueña con tener algún
día.
Dios bendijo la vida de Pablo, y él se constituyó así en una bendición para
tantas personas que no puedo imaginar siquiera el número de los convertidos
al Señor por su ejemplo y testimonio.
Recuerdo
que sus padres y hermanos mayores se entregaron a Dios por él. Igualmente
sus tíos y demás familiares. Hoy sus padres son pastores de una preciosa
iglesia en Argentina, y sus hermanos de sangre "verdaderos"
siervos de Dios. La obra y servicio que toda esta familia realiza para
el Señor ha dado el fruto que solamente se obtiene con la bendición
de Dios sobre sus siervos.
Jesús enseñó: "Por
sus frutos los conoceréis" (Mateo 7:16). Esta iglesia es
testimonio de ello, pues ha crecido, crece y se solidificará aún más
con el amor del Señor, y así fue, es y será un camino lleno de luz para
que muchas almas se acerquen a los pies de Jesús buscando la verdadera
vida que "ÉL
ES".
Pablito
tenía severas afecciones en sus ojos, los que para la ciencia "no
podían ver".
Sin
embargo, Dios tenía otros planes: Pablito veía.
Los
médicos jamás comprendieron ni pudieron aclarar qué ocurría con los
oídos de Pablo, pues eran como dos masas deformes. Pablo no puede oír,
decían.
Sin
embargo, Dios tenía otros planes: Pablito oía.
Esos
mismos médicos decían: El corazón de Pablo debió detenerse cuando contaba
apenas con cinco meses de vida.
Pero Dios
tenía otros planes: Pablito vivía.
Los
sabios de este mundo entendían que las lesiones cerebrales de Pablo
eran tan importantes que …; sin embargo, Dios
tenía otros planes: Pablito oraba, hablaba, cantaba alabanzas
a Dios, y lo más importante: AMABA A SU FAMILIA como sólo él podía amar.
Creo
en lo profundo de mi ser que oportunamente Pablo verá el fruto de la
obra que el Señor le encomendó hacer en su paso por este mundo: muchas,
verdaderamente muchas vidas literalmente arrebatadas de las garras de
Satanás por este guerrero espiritual que nos enseñó que "Todo
lo puedo en Cristo que me fortalece" (Filipenses 4:13).
¡Qué visión tan distinta de una misma realidad!
Para
el mundo Pablo no vivía, sino simplemente sobrevivía como podía, estaba
condenado a "ser nada".
Muy
por el contrario, para Dios Pablito vivía y lo "era todo",
y su vida espiritual así lo asevera. Probablemente su fruto haya sido
mucho más que "ciento por uno" (Lucas 8:8). El efecto multiplicador de su fe seguramente no se detendrá
jamás en el reino celestial.
Hoy
amigos míos, lejos de querer entristecerlos, pretendo compartirles esta
experiencia de vida que es uno de los mejores ejemplos que hasta el
día de hoy he conocido. Pablito nos dejó muy en claro que la vida es
bellísima, y que bien vale la pena vivirla.
Cada uno con lo que tiene
y conforme a la medida de fe que ha recibido
de Dios (Romanos 12:3). Esto es verdadero y genuino espíritu
de contentamiento (1° Timoteo 6:6). Y que por más que nos duelan
las circunstancias por las que atravesamos, si nos esforzamos en buscar
primeramente el Reino de Dios y su justicia, todas las demás cosas nos
serán añadidas (Mateo 6:33).
Pablo
lo sabía y nos lo probó a todos los que supimos de él.
Finalmente queridos amigos, los invito a que se miren al espejo unos
instantes nada más. Yo mismo estoy prestando atención ahora a mis circunstancias,
al mundo en que he nacido, la maldad y perversidad manifiestas que en
él existen, y sin embargo siempre Dios escoge
lo débil del mundo para avergonzar a los fuertes (1° Corintios
1:27).
No
sé tu hermano mío, pero a mí me costó muchísimo reconocerme tan débil
como soy. Por supuesto, el mundo se encargó de mostrármelo con claridad
y "sin anestesia".
Y
mientras mi vida se quebraba como vidrio frágil y se hacía añicos en
el suelo, Dios en su infinito amor y paciencia me hacía nuevo, mostrándome
cómo Él hace que todas las cosas viejas pasen
al olvido absoluto y sean hechas nuevas (" Corintios 5:17).
Por
lo tanto, hoy más que nunca me atrevo a hacer mías las palabras del
Apóstol Pablo cuando dijo acerca del Señor:
2Corintios
12:9 y 10 (RVA) "y me ha dicho: "Bástate
mi gracia, porque mi poder se perfecciona en tu debilidad." Por
tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que
habite en mí el poder de Cristo.
10
Por eso me complazco en las debilidades, afrentas, necesidades, persecuciones
y angustias por la causa de Cristo; porque cuando soy débil, entonces
soy fuerte.
Pablito
lo descubrió y nos lo dejó como legado eterno a todos los que lo intentamos.
Él
partió ayer a la presencia de nuestro Señor.
Y
esta no es una despedida, sino un simple hasta luego hermano, hasta
cuando el Señor nos reúna nuevamente en torno de Su mesa. Allí nos volveremos
a encontrar.
Por
eso, lo único que quiero expresar hoy es:
Gracias
Dios por la vida de Pablito.
En su servicio, Daniel Liandro.
En todo tiempo ama el amigo,
Y es como un hermano en tiempo de angustia.
(Provervios 17:17)