DIOS HABLA:

Días pasados, mientras leía la Biblia y hablaba con el Señor acerca de los terribles momentos por los que atraviesa Argentina y también el mundo en general, encontré que el Salmo 12 contenía la expresión exacta del clamor de mi corazón.

Aquí te lo comparto. Así le hablaba y oraba al Señor:
Salmos 12:1 (RVA) Salva, oh Jehovah,
porque se han acabado los piadosos.
Han desaparecido los fieles de entre los hijos del hombre.
2 Cada uno habla falsedad con su prójimo, con labios lisonjeros;
hablan con doblez de corazón.
3 Jehovah destruirá todos los labios lisonjeros,
la lengua que habla grandezas.
4 Dijeron: "Por nuestra lengua prevaleceremos.
Si nuestros labios están a nuestro favor,
¿quién más se hará nuestro señor?"
5 Dice Jehovah: "Por la opresión de los pobres,
por el gemido de los necesitados
me levantaré ahora.
Los pondré a salvo del que se ensaña contra ellos."
6 Las palabras de Jehovah son palabras puras,
como plata purificada en horno de tierra, siete veces refinada.
7 Tú, oh Jehovah, los guardarás.
Guárdalos para siempre de esta generación.

Y mientras así oraba y meditaba en la presencia del Espíritu Santo acerca de la profundidad del amor de Dios contenido en Su Palabra, sentí que ninguno de nosotros puede llegar a habitar en la presencia de Dios, algo en mi me decía que ninguno de nosotros es digno y que todos estamos igualmente contaminados.

Este sentimiento me pesaba y siéndote absolutamente sincero como siempre lo soy, tengo tantas cosas de las que me arrepiento..., pero vivo por la gracia de Dios derramada sobre mi, recibí su perdón y acepté como mía la bendición regalada por Dios a través de la preciosa sangre de Cristo derramada por todos nosotros.

Entonces... ¿qué era lo que me pasaba?
Comencé a presentir que estos pensamientos no venían del Señor e inmediatamente comencé a buscar la guía del Espíritu Santo.
Y como siempre allí estaba, atento a mi oración. Y no dudó en responderme. Me llevó directamente al Salmo 15 y fíjate lo que me regaló:
Salmos 15:1 (RVA) Oh Jehovah, ¿quién habitará en tu tabernáculo?
¿Quién residirá en tu santo monte?
2 El que anda en integridad y hace justicia,
el que habla verdad en su corazón,
3 el que no calumnia con su lengua,
ni hace mal a su prójimo,
ni hace agravio a su vecino;
4 aquel ante cuyos ojos es menospreciado el vil,
pero que honra a los que temen a Jehovah;
aquel que a pesar de haber jurado en perjuicio suyo, no por eso cambia;
5 aquel que no presta su dinero con usura
ni contra el inocente acepta soborno.
¡El que hace estas cosas no será movido jamás!

Hermano amado, hermana de mi corazón... cuando el Señor me habla tan directamente y sin ningún tipo de rodeo acerca de lo que le agrada y del modo en que espera que nos comportemos ante Él, no sé a ti, pero a mi se me parte el corazón en gozo y disciplina.
Me sentí ministrado en amor pero con firmeza. Comprendí cada palabra aquí expresada y en esta oportunidad este salmo dejaba de ser tinta escrita hace más de 3.000 años para convertirse en un diálogo entre Cristo y yo.

Y no podía dejar de compartirlo contigo.
Creo que es lo mínimo que puedo y debo hacer.

Hermano y hermana amados, aquí tenemos líneas directrices de parte de Dios para nuestro diario vivir. Sé que no son nada nuevas para ti, pero en este momento especial por el que atraviesa el mundo, la corrupción que crece, las bancarrotas no solo personales sino de países completos, la violencia, el terrorismo, los abusos, las violaciones de todos los derechos propios de cada ser humano, etc. etc.; frente a tantas cosas, Dios te dice hoy directo a tu corazón:
¿Eres tu uno de mis hijos amados dispuesto a mantenerte y vivir en integridad, obrando con justicia, hablando siempre con la verdad, no calumniando, no haciendo el mal a tu prójimo, perdonando a tu amigo sin reproche alguno?
¿Estás dispuesto a Serme fiel al punto de mantenerte en Mi voluntad aún jurando en perjuicio propio?

Ah hermano... cuando el Señor habla... creo que en este punto de esta reflexión que compartimos es mejor que te deje en la misma presencia del Espíritu Santo. Siento que Él tiene algo que decirte ahora mismo. Regálale un minuto de tu tiempo y presta atención a Su suave voz.

Tengo promesa de que te hablará directo al corazón así como lo hizo conmigo. Pero cuidado, que el escucharlo depende de ti. Él está ahora a tu lado contemplándote con dulzura. ¿Podrás acaso cerrar esta reflexión y dejarlo solo?
Anhelo y oro con fervor para que tengas la fuerza de voluntad suficiente como para humillarte y gozarte en Su presencia. Te dejo en Su compañía, que es mucho mejor que la mía.

Dios te bendiga !!!

En su servicio, Daniel Liandro.
En todo tiempo ama el amigo,
Y es como un hermano en tiempo de angustia.
(Provervios 17:17)

 
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