LAVA MIS PIES (Parte 2/3):

Antes de continuar leyendo (si es que no acabas de leer la primera parte de este estudio múltiple), te invitamos a que leas Juan 13:1-17 LBLA, te hará falta tener presente la Palabra de Dios al meditar en lo siguiente.

Sobre la HUMILDAD ya nos ocupamos en el mensaje pasado. Hoy le toca el turno a

LA SANTIDAD.

Veamos lo que el Señor tiene para decirnos:

1Pedro 1:15 (RVA) Antes bien, así como aquel que os ha llamado es santo, también sed santos vosotros en todo aspecto de vuestra manera de vivir, ...

Dios no habita con la inmundicia.
Siendo Santo, sus enemigos huyen ante Su Presencia.
Sin embargo, muchos de nosotros (los que nos sabemos hijos de Dios), nos ensuciamos con frecuencia y actuando como si Dios no tuviese reproche que hacernos, nos acercamos a Su Santo Trono manchados con nuestra vergüenza.

¿Puede Dios aceptarnos así?

¿Cree que Ud. le agrada al Señor revestido de pecado?

¿Por qué imagina Ud. que Dios le pide que viva en santidad?

Lo que está en juego aquí es nuestra íntima comunión con el Señor.
No hablamos de peligro de perder la salvación. Ese es otro tema que tal vez estudiemos en otra oportunidad.

Lo que aquí debemos tener en cuenta es lo que el Señor le responde a Pedro: Si no te lavo, no tienes parte conmigo.

 

DEBEMOS DISTINGUIR ENTRE “UNION” y “COMUNION”:

Este pasaje bíblico que estudiamos es una clara referencia a la COMUNIÓN CON JESÚS. 

Recuerda que todos estamos UNIDOS al Señor desde el momento en que lo reconocemos como Dueño y Señor de nuestras vidas.
Pero la COMUNIÓN no es exactamente eso, sino nuestro diario vivir en relación íntima con Él. Y esto es lo que el diablo quiere robarnos. Como no puede llevarnos a la muerte con él, lo que hace es interrumpir nuestra comunión con el Creador, sabiendo que así nos alejamos de la felicidad con que Dios nos quiere ver vivir esta vida y la futura.

 

DEBEMOS DISTINGUIR ENTRE “LAVAR” y “LIMPIEZA”:

(Juan 15:3 LBLA)  Vosotros ya estáis limpios por la palabra que os he hablado.

Es sumamente importante que entendamos la diferencia entre estos dos conceptos.

El que ha sido limpiado de un vez (para siempre) y por completo, no necesita hacer nada más que lavarse los pies.

Cuando somos SALVADOS, se nos LAVA POR COMPLETO.

Cuando CONFESAMOS nuestros PECADOS diariamente al Señor, se nos LAVA NUESTROS PIES y SE LIMPIA NUESTRO ANDAR.

Muchos creyentes cometen la misma equivocación de Pedro en el versículo 9; quieren ser salvos (lavados) de nuevo, cuando todo lo que necesitan es solamente lavarse los pies. Y lo peor que nos sucede aquí, es que esta responsabilidad está puesta por Dios sobre nuestros hombros. Somos nosotros los que debemos lavarnos los pies unos con otros. ¿cuánto hace que no le sirves a un hermano como el Señor Jesús nos enseñó lavándole los pies a los discípulos?

Yo no necesito tu respuesta. Creo que ni Dios mismo la necesita. El único que tiene que responderse a sí mismo eres tu en intimidad con el Señor. Con Él te dejo, pues es lo mejor que puedo desear para ti en este momento. Que Su luz Admirable te ilumine en todo tu ser.

 

Hasta nuestro próximo encuentro, donde terminaremos este estudio aprendiendo algo más sobre la Hipocresía.

En su servicio, Daniel Liandro.
En todo tiempo ama el amigo,
Y es como un hermano en tiempo de angustia.
(Provervios 17:17)

 
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