SERIE "HOLA PAPÁ": Un estudio sobre la ORACIÓN.
CAPÍTULO 6/7:
ORACIÓN
PERSONAL:
¿Debo orar
en privado exclusivamente?
Mucho hemos dicho
ya en este estudio que venimos compartiendo acerca de la oración.
Y en todos los casos, nos referíamos a la oración en
intimidad con Dios, nuestro Buen Padre Celestial. Por lo tanto, esta
breve reflexión de hoy es el cierre de todo cuanto expusimos
en los cinco primeros capítulos.
La parte final de este trabajo,
el Capítulo Siete, será de gran bendición también
pues buscamos la luz del Señor sobre el conflictivo aspecto
de orar en público o en comunión con otros hermanos.
Puede parecerte algo normal si has sido instruido en la doctrina que
no ve en esta práctica nada malo.
Sin embargo, mi propia experiencia
de años en el Camino del Señor me ha mostrado que muchas,
pero muchas personas aprueban con su boca el compartir sus oraciones
con hermanos y sin embargo no conocen (y por lo tanto, no disfrutan)
de la bendición de la “oración compartida”.
Pero esto será tema de estudio en el próximo capítulo.
Centrándonos ahora en la oración de carácter
personal, recordemos que cada uno de nosotros irá creciendo
y fortaleciéndose a medida que la emplee correctamente.
Pero sin importar la experiencia previa que se tenga orando, nadie
puede dudar que DIOS nos está oyendo en todo lugar, siempre,
y que además desea esa comunicación con nosotros, sus
hijos, más allá de nuestro pasado, de cara al futuro,
importándole nuestro presente, o sea cuál es nuestra
actitud para con EL hoy.
2Cronicas 7: (RVA)
14 si se humilla mi pueblo sobre el cual es invocado mi nombre, si
oran y buscan mi rostro y se vuelven de sus malos caminos, entonces
yo oiré desde los cielos, perdonaré sus pecados y sanaré
su tierra.
15 "Ahora mis ojos estarán abiertos y mis oídos
atentos a la oración hecha en este lugar.
16 Ahora he elegido y he santificado esta casa para que esté
allí mi nombre para siempre. Mis ojos y mi corazón estarán
allí todos los días.
Que hermoso ejemplo
es este pasaje bíblico para nosotros los creyentes. Por este
motivo es que quise compartírtelo como final de esta serie.
Nos está dando la clave para alinearnos con DIOS y entablar
así estrecha comunión con EL.
Fijémonos que nos enseña a poner las cosas en su correcto
orden, a saber:
1.- Humillarnos (Dios por sobre todo, luego nosotros)
2.- Orarle (hablar con Él, comunicarnos).
3.- Buscarlo (no solo orando, sino también leyendo Su Palabra)
4.- Convertirnos de nuestros malos caminos, que equivale a decir:
Tener un andar conforme a Su Palabra (ver 1 Juan 3:22).
Y como si no fuera
suficiente con los beneficios que recibimos al estar en estrecha comunión
con Dios, Él mismo nos deja escrita esta promesa inigualable:
perdonaré sus pecados (errores, errar en el blanco) y sanaré
su tierra, (nuestro hogar).
Y por si esto fuera
poco, además nos asegura que estarán abiertos sus ojos
para con nosotros y atentos sus oídos para con nuestras oraciones
y Su Nombre, Sus ojos y Su corazón estarán con nosotros
por siempre. ¡Qué tremenda promesa, única, maravillosa,
digna de nuestro Padre Celestial! Gracias Papá !!!
Ten presente que
todo implica actuar, cumplir con nuestra parte haciendo uso de nuestra
libertad de decisión. Dios ya nos ha prometido que “siempre
estará allí donde lo busquemos”; así que,
si en este tiempo de tu vida sientes que tu comunión con Dios
está estancada, o distante, o enfriándose, pues ahora
sabes con “exactitud bíblica” que Él está
esperándote y por lo tanto esa separación que experimentas
no es Su responsabilidad, sino la tuya.
Debes de buscar dentro de
ti lo que te corresponde, si estás o no haciendo lo que solo
tú puedes hacer y seguramente hallarás más de
una razón que te han llevado a alejarte de tu Dios.
Y por si acaso
tus fuerzas te fallaran en la búsqueda de las razones por las
que el fuego del Espíritu se ha "enfriado" dentro
tuyo, recuerda esta fantástica promesa de Dios:
Isaías
49:15 (RVA) "¿Acaso se olvidará la mujer de su
bebé, y dejará de compadecerse del hijo de su vientre?
Aunque ellas se olviden, yo no me olvidaré de
ti.
En su servicio, Daniel Liandro.
En todo tiempo ama el amigo,
Y es como un hermano en tiempo de angustia.
(Provervios 17:17)