LO QUE TU VALES:
Asi es el mundo. Todo tiene su valor. Si pasas frente a una vitrina de cualquier
almacén podrás leer las etiquetas de cuanto es el valor de
cada prenda o cosa que se exhibe. Y si es de marca reconocida y famosa, pues
el precio será bastante elevado. Si notas bien, el precio no está relacionado
a la calidad, de hecho es muy difícil ser un experto en control de
calidad como para diferenciar el valor en calidad de un producto. Pero los
mercadotecnistas se la han inventado: LAS COSAS VALEN DE ACUERDO A LA CASA
DE DONDE PROCEDEN. Hace poco sali al comercio en busca de un buen pantalón
de vestir. Lo quería negro,y aunque no había establecido que "marca" de
pantalón quería encontré el ofrecimiento de muchas opciones
de pantalón. La diferencia entre uno y otro estaba en el precio y
el precio correspondía a la casa que lo confeccionaba. Las marcas
conocidas son las más caras. Hablan de tradición, prestigio,
calidad, antiguedad en el mercado etc. Y nosotros los compradores nos comemos
el cuento.
Pero el cuento verdadero que muchos no han querido tragarse es el del precio
que tiene cada persona ante los ojos de Dios. De hecho muchas personas se subvaloran
porque no vienen de una gran familia. Parecen a Gedeón que se disculpó ante
Dios y quiso decepcionarlo diciendole: "Yo soy de la familia más pequeña
y mi clan es el más pobre de todos. (Jueces 6). O sea ellos mismos se
ponen un precio muy bajo. En el campo de la sicología a eso se le llama "baja
estima", o "poco aprecio de si mismos". Pareciera que la sociedad tiene mucho
que ver con eso, pues normalmente etiquetan a las personas y las valoran según
el colegio donde se haya formado, o la familia de donde provenga o la clase
de ropa que usan o la empresa donde trabajan; asi están forzando al
mundo a la carrera loca de tres carriles: ser, tener y pertenecer para poder
valer.
Cosa diferente es en las personas que sabemos lo que somos, lo que tenemos
y a quien pertenecemos con referencia a Dios. Para que tú desees pertenecer
a este "club" de bendecidos y realizados por Dios te invito a que abras tu
Biblia en San Mateo 13, 44 y subsiguientes. Allí encontrarás
la parábola del tesoro y las perlas finas.
Habla de un hombre que buscando tesoros encontró uno en un terreno.
Note bien, que el tesoro fue hallado en un lugar de tierra, sencillo, simple,
enterrado. Quiere decir que ese tesoro no estaba a la vista de todos. Ese hombre
que lo encontró fue Dios y el tesoro eres tu y soy yo. ¿Te imaginas
tu precio? Es incalculable: ¿Cuánto crees que vale un tesoro?
Sabes? Yo ya no me como el cuento de Satanás de que yo valgo según
el rango familiar de donde provengo, ¿sabes? Provengo de una familia
muy humilde, muy pobre, pero eso no quiere decir que no valgo nada o muy poco.
Tampoco le creo a Satanás que yo valgo según la ropa que me ponga,
puesya me pusieron el mejor vestido: el de justicia, el de lino blanco para
entrar a las bodas del cordero, la mejor fiesta, la más larga y estruendosa
que se haya hecho en el universo, no basta ponerse sobre si un reloj cartier,
ni un pantalón de cualquier marca, ni una camisa Italiana, solo vale
el vestido de justicia, el que Cristo tejió en la cruz del calvario.
Mucho menos le creo al diablo de que el valor de una persona está relacionado
con las joyas que lleva sobre si: les informo que tengo ya la mejor marca,
el mejor sello, el anillo en el dedo del hijo pródigo que lo identificaba
como parte de la casa real, en nosotros es el Espíritu Santo. Gloria
a Dios que el Espíritu Santo nos ha sellado y eso es lo que debemos
exhibir con orgullo ante toda la gente-
Y Dios pagó por ese tesoro, que somos tu y yo, lo mejor. Dije bien:
LO MEJOR. El precio de la mercancia dice mucho de la calidad del producto.
San Pedro escribió que nuestro precio no se pagó con oro ni plata,
porque toda la plata y el oro del mundo no hubiera bastado para pagar
ese tesoro. Fue a precio d vida, a precio de sangre y sangre no de cualquier
delincuente o persona. Fue con sangre de realeza la que pudo alcanzar para
pagar nuestro precio.
A lo mejor muchos solo pasan cerca del terreno y no ven el tesoro. Pero nuestro
Dios es especialista en sacar a relucir lo que está escondido. ¿Sabes?
A lo mejor la gente que se mueve cerca de ti solo vea la tierra imperfecta,
llena de asperezas y con alguna maleza sembrada por ahí en cualquier
espacio del terreno, pero eso no es lo que vale, lo que vale, lo que tiene
precio es el tesoro brillante e incorruptible que está enterrado en
tu tierra. De veras que la Biblia tiene razón al decir que somos polvo,
pero también tiene razón cuando dice que somos una olla de barro
que tiene por dentro un tesoro (2 Corintios 4, 7). ¿Qué te parece?
De ahora en adelante reconoce que eres un espejo (o una vitrina) donde se exhiba
la mejor mercancía de Dios :TU. Refléjaselo a los demás,
sientete orgulloso(a) de lo que eres y de lo que pagaron por ti y sobre todo
agradece aquién pagó ese precio por ti.
Recuerda que ahora somos ciudadanos del reino de los Cielos, o sea somos unos
extranjeros sobre los cuales el mundo tiene puestos sus ojos, espero que asi
como un día que en Nueva York me subí a un taxi y el conductor
descubrió mi nacionalidad por al hablado, asi que la gente nos identifique
porque estamos hablando un raro idioma (Raro para el mundo incrédulo),
el idioma de la fe, del amor. Que ellos vean en nosotros una sonrisa en un
mundo adusto y preocupado y sobre todo que nos vean los rasgos de la paz reflejado
en las acciones de nuestra vida. Demostremosle al mundo cual es nuestra procedencia,
asi ellos también querrán aplicar para esa ciudadnía celestial.
Sientete rey o reina, sientete de la realeza y no permitas que te miren como
cualquier basura inservible. Aquí entre nos: Valemos mucho y podemos
sacar pecho con orgullo, pues a los que le recibieron y le creyeron les dió el
privilegio de ser hijos de Dios. Gloria a Dios.
Y recuerda nuestra etiqueta: Valemos no por la calidad de lo que somos sino
por la casa a la que pertenecemos. La casa real.
Pastor Luis Marín.