HOMENAJE
Rodeaban sus manos el infinito
y anidaba en sus ojos,
La ternura de un recién nacido.
Al pobre, miró con dulzura
Con amor al desvalido.
Cambio cuánto poseía por
alcanzar un sueño,
dejando tras de sí, padres, patria,
hermanos y amigos.
Nada era demasiado importante.
Nada podía apartarle de su camino
Llevar la palabra de Dios, al
hombre que estaba perdido.
Cruzo mares, anduvo arduos caminos,
padeció en sus propias carnes...
el desprecio y el desaliento.
La desolación tras la guerra.
El dolor, el sufrimiento.
Jamás estuvo solo, Dios apoyo
su vida, velo su sueño.
Hoy quiero,
desde mi pluma rendir homenaje
a los hombres y mujeres
Que han entregado su vida al evangelio.
A sus ilusiones y esperanzas.
A las vidas que cambiaron,
su trabajo y constancia.
Que Dios os bendiga hermanos
y si ya estáis con él.
Mil gracias.
Lourdes AMAT.