¡Cuida todo aquello que amas!


Había una joven que poseía todo: un marido maravilloso, hijos perfectos, un excelente empleo, una familia unida.
Lo extraño era que ella no lograba conciliar todo eso; el trabajo y los quehaceres de la casa le ocupaban todo el tiempo. Siempre tenía que sacrificar algo para poder atender lo otro... Y así, alguna de las personas que ella amaba era dejada para después.
Un día, su padre, un hombre muy sabio le regaló una flor extraordinariamente bella y cara, de la cual sólo había un ejemplar en el mundo, y le dijo:
-Hija, esta flor te va a ayudar mucho, más de lo que te imaginas. Tan solo tendrás que regarla y podarla de vez en cuando y a veces conversar un poco con ella, y ella te dará a cambio un perfume maravilloso.
La joven quedó muy emocionada, al fin de cuentas la flor era de una belleza sin igual.
El tiempo fue pasando, los problemas surgían, el trabajo consumía su tiempo, y su vida tan confusa no le permitía cuidar la flor.
Cuando llegaba a casa la miraba, ella estaba siempre allí, no mostraba señal de flaqueza o muerte, sólo le seguía dando su perfume. Entonces ella pasaba de largo.
Hasta que un día, sin más ni menos, la flor murió. Sus raíces estaban resecas, sus hojas amarillas y la flor yacía exánime a un lado.
La joven se entristeció mucho, lloró, y fue adonde el padre.
-Yo me imaginaba que esto iba a ocurrir, le dijo, y no te puedo dar otra flor porque ésta era única en el mundo. Tan única como tus hijos, tu esposo, tu familia. Al igual que la flor, los sentimientos también mueren si tú no aprendes a cuidarlos, a regarlos, a podarlos y a darles la atención que merecen. Te acostumbraste a ver la flor siempre lozana y viva, pero te olvidaste de cuidarla.
Acuérdate siempre de la flor, pues todo en la vida es como ella. El regalo de la vida nos es dado gratuitamente pero somos nosotros quienes tenemos que cuidarla.

CAMILO ALEJANDRO TAGLE DULANSK

 
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